La zona éxtima y la vida privada

Christiane Alberti
06 junio 2025

En la difusión y la transmisión de la enseñanza de Lacan, ¿qué relación establecemos entre lo que ocurre dentro de la Escuela y lo que ocurre fuera de ella? ¿Cómo concebir esta topografía? En dirección al público, ¿cómo considerar concretamente los acontecimientos, las publicaciones, las intervenciones eventuales en los debates de la ciudad? ¿Cuál es el grado de apertura? ¿Cuáles son sus limitaciones espaciales y temporales?

Se podrían evocar aquí las relaciones tradicionalmente admitidas entre el exoterismo y el esoterismo e inspirarse en la manera en que Léo Strauss ha renovado los términos. En lugar de una separación franca entre una comunicación restringida de la verdad (aquí la verdad freudiana) a un público de iniciados y una enseñanza exotérica susceptible de una difusión más amplia e incontrolada, Strauss estudia autores clásicos cuyo texto escrito entrelaza por sí mismo la enseñanza pública y la enseñanza secreta, el exoterismo y el esoterismo. En su opinión, no se trata de separarlos, sino por el contrario de reunir sin prejuzgar los distintos niveles de lectura, de interpretación, podríamos decir, que se hará.

Para orientarnos en este cuestionamiento, otras dos referencias nos servirán de guía.

Empecemos por la formación tal como la esbozó Lacan, que sitúa en el centro de la formación del analista, su propio análisis. Indica así desde el comienzo una tensión entre el saber que proviene de la cura y el saber que es más bien una cuestión de épistemé. J.-A. Miller, en su texto Para introducir el efecto-de-formación, propone un pequeño esquema sobre este tema: un círculo con un círculo más pequeño en su centro que representa el análisis y su término, el pase. En su contorno, en la periferia, están los saberes adquiridos por medios comunes, existentes por tanto en el modo exotérico. Lo que llama nuestra atención es que la zona central que representa el valor formativo de la cura, lo más cerca posible de la mutación subjetiva obtenida, se designa como zona éxtima. El efecto de formación de la cura se sitúa allí como efecto éxtimo. Recordemos aquí que el corazón de la formación debe pensarse en términos de extimidad: es decir, lo más íntimo concebido en exterioridad interna al sujeto mismo. Sin interior, nada de interioridad.

Todos los matices son posibles entre los dos extremos de la parte éxtima puramente subjetiva y la parte exotérica de la formación desubjetivada, desde “la anulación de los saberes específicos para liberar el efecto éxtimo, hasta la reducción de lo éxtimo en beneficio de la transmisión de los saberes efectivos”.

Este esquema nos es muy útil porque también reparte bien la extensión y la intensión del psicoanálisis. Es en este sentido una brújula para pensar la relación entre los dos. A veces se concibe la extensión como el exterior de la Escuela en relación con la ciudad y la intensión como el interior. ¿No se trata más bien de pensar en ellas a partir de este esquema como círculos concéntricos donde el núcleo sigue siendo el de la cura? No hay extraterritorialidad del discurso analítico, ya que forma parte del discurso de la civilización, el cual tiene toda su incidencia en el campo psicoanalítico.

¿Qué consecuencias se derivan de ello en cuanto a la dirección que toman nuestras actividades o nuestros seminarios? Si lo esencial de la formación concierne a la cura, entonces la dirección de la Escuela llama a un público lo más abierto posible (con las precauciones necesarias cuando se trata de casos clínicos), porque lo que hay que difundir, transmitir, es la sal de la experiencia de una cura, donde la única parte oculta concierne a la verdad que no se podría decir toda. “Es cuando no hay nada que ocultar que se oculta; se divulga sin reticencias cuando lo que es ocultado lo es por estructura”.

Merece la pena interesarse aquí, como recomienda Lacan, por la vida privada. ¿Qué es la vida privada, se pregunta, si «desde el momento en que hacemos un análisis ya no hay vida privada»?

La vida privada se refiere a todo lo que mantiene y preserva todas las ficciones que nos hacen creer en la relación sexual. En el caso del analista, estas ficciones no tienen nada que ver con su función, que es la de ocupar el lugar de a. En su posición como analista, tiene que saber qué lugar ocupa en la vida de su paciente, pero la recíproca no es necesaria en absoluto.

Del mismo modo, si descuida el discurso de su posición en a, enseñará de todo, todo tipo de ficciones, excepto el psicoanálisis. A través de su referencia a la vida privada, Lacan nos indica que la extensión debe fundarse en un discurso sin igual, desde a, y no disolverse en las ficciones reinantes.


<1> Miller, J.-A, “Para introducir el efecto-de-formación”, en Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase.
Olivos, Grama Ediciones, 2022, pp. 353-361.

<2> Id.,ibid.

<3> Id.,ibid.

<4> Lacan J., L’Acte psychanalytique, Le Séminaire, livre XV, texte établir par J.-A. Miller, Paris,
Seuil & Le Champ freudien, 2024, p. 273-274. 


Traducido por: María Guardarucci