Los efectos de un Congreso

Traducción Maria Guardarucci.
26 abril 2024

Un congreso deja marcas, para cada uno y para la Escuela. Este momento único, en el que cada dos años la AMP reúne a psicoanalistas del mundo entero, se prolonga, uno por uno, y en la Escuela, para cavar el surco lacaniano. Y no fue una coincidencia menor que el XIV Congreso «Todo el mundo es loco» tuviera lugar pocos días después de la publicación del Seminario XV, El acto analítico. Fue la ocasión de celebrar «Lacan en el presente», y de situar la reunión de los psicoanalistas en la AMP como una consecuencia del combate de Lacan, del que da testimonio su Acto de Fundación.

El «estar juntos», nuestro mitsein en un congreso de la AMP, tiene un alcance especial. Trabajar con los otros toma aquí el verdadero valor de la alteridad. Lo que parecía encarnar lo lejano, de otros países, de otras Escuelas, deviene lo más cercano. Poner a prueba los resultados de la propia práctica, haciéndolos reconocer, dirigiéndose al Otro. Y sabemos con Lacan que hacer existir al Otro es el único remedio para la morosidad reinante. Este esfuerzo hacia la alteridad se lleva aquí a un nivel superior: aprender a hablar cada vez mejor de nuestra práctica.

Las simultáneas clínicas, en contra de los prejuicios que desacreditan la clínica, destacaron la despatologización lacaniana mostrando que esta no borra la estructura del lenguaje, al tiempo que pone de relieve las aristas del modo de goce. El término locura ha recobrado su lustre, en un tiempo en que nuestra sociedad lo ignora. En los años 30, Lacan abordaba la locura como una forma de experiencia vivida, y subraya el carácter ineludible de la Erlebnis del paciente, lo que significa no abordar la locura como un déficit. Recuperar así la veta existencialista de Lacan es aún más salubre en un momento como este en el que tendemos a prescindir del valor de la experiencia, en provecho de la imposición de una lengua o de intervenciones directas sobre el cuerpo, cortocircuitando los poderes de la palabra.

Si la declamación Yo, la locura hablo que Erasmo en su Elogio de la locura ha puesto en la boca de una mujer, ha permanecido inolvidable, es porque más que una sátira del mundo, “pasa los límites del discurso universal, introduce un modo de decir inédito. ¿Ver allí una anticipación sensacional de la asociación libre es acaso excesivo? Sin embargo, estar en análisis, que otra cosa es sino tener licencia para decir tonterías?” como avanza J.-A. Miller.

El gusto, el placer declarado de Erasmo por «todo lo que me viene a la lengua», el Einfall freudiano podría decirse, ¿no es eso lo que se experimenta en todos los niveles de este Congreso? ¿Extraer la palabra de los analizantes, de las rebajas del discurso, de la ideología, de los aires de la época?

Impregnados de esta experiencia reciente, nuestra mirada se dirige ya hacia el horizonte 2026. Con “La mujer no existe”, comenzó una nueva serie de tres títulos del Congreso de la AMP. Un segundo aforismo “Todo el mundo es loco” le siguió para dar su título al XIV Congreso.

Es la forclusión del significante de la mujer la que justifica la propuesta de Lacan Todo el mundo es loco. El psicoanálisis objeta toda idea de salud mental: la armonía nunca está a la orden del día para el ser parlante. Siempre habrá una inadecuación entre lo real y lo mental. Freud lo designó a través del ombligo del sueño: la represión primordial es ineliminable porque lo sexual no tiene solución significante. Lacan lo nombró con ese aforismo radical: no hay relación sexual

Lógicamente, este tercer aforismo de Lacan se impuso para dar su título al XV Congreso de la AMP.

Traducción Maria Guardarucci.

1  “Lacan en el presente

2  Ver la nueva edición de Elogio de la locura en versión bilingüe, con las notas al margen de Erasmo traducidas por primera vez: Érasme de Rotterdam, Éloge de la folie, Les Belles lettres, 2023.

Miller, J.-A. “Erasmo, «Un cierto chic»”, Polémica política. RBA Libros, Barcelona, 2021, p. 452

4  Miller, J.-A., Sutilezas analíticas. Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller. Paidós, Buenos Aires, 2014, p. 62.

Traducción Maria Guardarucci.